Adolescencia y nuevas tecnologías (Lic.Hugo Loureiro)

La irrupción de las nuevas tecnologías, expresión del incesante desarrollo de la ciencia en tiempos del capitalismo tardío, nos convoca a examinar su incidencia en los procesos identificatorios que se llevan a cabo en la adolescencia.

El planteamiento de esta problemática supone, al menos, dos cuestiones a considerar: se trataría de la recreación o reformulación del lazo social en el contexto de una sociedad de consumo que promueve la constante apropiación de “gadgets”, o bien; pondría en evidencia la devaluación de la subjetividad, es decir, el predominio de lo virtual-imaginario sobre el orden simbólico, reforzando así la retracción narcisista de un goce en soledad que, paradójicamente, “conecta” al sujeto, en todo momento y en todo lugar, con una multiplicidad de otros, muchos de ellos casi anónimos y con una superficial implicancia afectiva para con el adolescente.

Estas dos perspectivas, aparentemente opuestas, podrían articularse, toda vez que el lazo social se despliega en el contexto socio-cultural que lo moldea y le suministra los escenarios (estructuras familiares, instituciones de diverso tipo y complejidad, grupos de pertenencia, etc.) a través de los cuales se pone en juego.

Podríamos afirmar que existe un Otro de la tecnología cuyos efectos se vinculan con un estado de saturación que abruma al sujeto; un exceso de información que conviene diferenciar de otras posibilidades que las herramientas virtuales proporcionan, esto es, la incorporación de conocimientos y saberes que favorecen la eficaz inclusión del adolescente en el proceso de enseñanza-aprendizaje.

La diversidad de herramientas tecnológicas de última generación, en tanto oferta del mercado, no supone la satisfacción de “nuevas” necesidades, sino la creación de las mismas: el sujeto se dirige, sin mas, a su encuentro, sellando así el vínculo con el objeto. Es éste, en consonancia con el discurso capitalista, el que imprime ciertas particularidades a la subjetividad de nuestro tiempo;  situación que desde el imaginario social se legaliza en la ilusión de un goce para todos.

Lo apuntado adquiere particular relevancia si consideramos que el adolescente es atravesado por una “conmoción estructural” cuyas implicancias, entre otras, se relacionan con el replanteamiento del sentimiento de sí, dejando atrás los lazos identificatorios de la infancia que serán sustituidos por el advenimiento de nuevas identificaciones asentadas en el grupo de pares o tribus, y en otros personajes idealizados de la cultura.

Considerando, de acuerdo a Lacan, que el yo (moi) se constituye por alienación en una exterioridad-gestalt que lo sustenta, de manera tal que “el yo es otro”; es indudable que aquellos vínculos virtuales que el adolescente establece con un universo casi infinito de otros, abrirán paso a una diversidad de identificaciones que reproducen la dramática propia de la fase del espejo. La fragmentación corporal que reaparece en la adolescencia puede ser velada por el amplio abanico de “espejos” que las nuevas tecnologías proporcionan.

En tal sentido, no resulta infrecuente la adicción a estos nuevos medios de comunicación; una suerte de “toxicidad virtual”, en tanto la utilización compulsiva de los mismos revelaría un imperativo de goce que comanda la acuciante “necesidad” de permanecer conectado para ser parte de un mundo que ofrece estilos de vida, imágenes corporales, quehaceres con marcados ribetes de ficción; en definitiva, producciones virtuales que ocupan un lugar significativo en la cultura posmoderna. Se conforma así un “Gran hermano global” que todo muestra, que todo observa.

El observar-ser observados se inscribirá en dirección a ser aceptados por la mirada del Otro: aquellos otros-contactos-twiteros que forman parte del universo de pares, amigos, familiares, o casi desconocidos.

La creación de redes sociales tales como Facebook, Instagram y Twiter, ofrecen imágenes y textos de caracteres acotados; testimonios de la vida privada que deviene en pública, y en los cuales la imagen corporal posee un papel central.

Bajo tal modalidad se establece la relación que esta mostración-exposición guarda respecto de la reestructuración de la imagen corporal, al irrumpir, con el advenimiento de la pubertad, nuevas modalidades de goce.

Qué lugar ocupa lo privado en el mundo global? Parecería que todo puede, o debe, ser público.

En relación a este interrogante podríamos rescatar el término “extimidad”, neologismo que inventa Lacan, y que aparece esbozado por primera vez en el seminario sobre “La ética del Psicoanálisis”. Es J.A. Miller quien lo trabaja y le dedica un escrito.

Extimidad alude a lo mas íntimo reconocido en el afuera, un hacer externa la intimidad. Se trata de la paradoja respecto de lo mas íntimo que se encuentra en el exterior, en tanto vacila la dualidad interior-exterior. Al respecto, recordemos que Lacan emplea la imagen de una banda de Moebius para dar cuenta de una superficie que posee una sola cara, en la que interior y exterior se confunden.

Si el sujeto contemporáneo se encuentra exiliado de sí mismo, parecería encontrar su ser mas íntimo en aquello que está por fuera de él; en tal sentido se trataría de un real en lo imaginario.

De acuerdo a la afirmación de Lacan, el término extimidad posee esta particularidad: “lo que es lo mas íntimo justamente es lo que estoy constreñido a no poder reconocer mas que fuera” (Seminario XVI “De un otro al Otro”). Por lo tanto, no debemos concebir la extimidad como el opuesto a intimidad, sino como un interjuego entre ambas; tal dinámica colaboraría en la construcción de la propia identidad, problemática central en el proceso adolescente.

Desde tal perspectiva podemos sostener que el sujeto no se muestra tan solo para compartir algo con otros, sino que utiliza a éstos como espejo para reafirmarse, impulsado a exhibirse a modo de un personaje. De tal manera, se conforman diversas ficciones que se articularán, en lo esperable, con los recursos simbólicos que el adolescente disponga en dirección a la progresiva construcción del “fantasma”, respuesta subjetiva desde la cual intentará inscribirse en el enigma que representa el deseo del Otro.

Si enfocamos la temática abordada desde una óptica diferente, podemos considerar que la utilización de los medios virtuales podría concebirse como una modalidad, acorde al tiempo actual, del reposicionamiento subjetivo inherente al proceso adolescente.

Los vínculos con las herramientas virtuales suelen constituirse en los escenarios donde se despliegan modismos, jergas particulares, enunciados identificatorios, etc; que operan como el marco simbólico que regula y contiene las relaciones imaginarias, al modo que el Ideal del yo interviene legalizando el vínculo imaginario en la fase del espejo, descripta por Lacan.

Si bien la utilización de estas nuevas tecnologías se encuentra lo suficientemente masificada, se advierte que la brecha tecnológica que separa a los adolescentes de una parte considerable del mundo de los adultos, en cuanto a las habilidades y aprendizajes que los primeros detentan, constituye un correlato inédito de la lucha generacional. En tal sentido, la confrontación que planteara Winnicott, esencial para que el adolescente pueda consolidar un nuevo lugar simbólico distante del que ocupara en la niñez, encontraría así nuevas modalidades de expresión.

El vertiginoso desarrollo científico-tecnológico que desde una lectura lacaniana forcluye al sujeto, promueve un apego ininterrumpido al objeto. Estos gadgets, pequeños objetos a, concentran en forma cada vez mas creciente, una diversidad de funciones. De tal manera, y solo para citar un ejemplo, mediante un celular no solo se envían mensajes de texto; su utilización posibilita, además, reproducir música, conectarse a Internet, chatear y jugar.

Acorde a la velocidad del actual modo de producción de mercancías-objetos, y la estimulación del consumo que el discurso capitalista promueve, el aparato tecnológico de última generación pronto será reemplazado por otro que, al cabo de un lapso mas o menos breve, será también obsoleto.

La promesa en juego es que dichos objetos conllevan al logro de la felicidad, posibilitando un goce pleno, al obturar la falta. Tal supuesto implícito en el discurso capitalista, opera en detrimento del deseo, ya que éste queda reducido o degradado a la necesidad (instinto), que logra su satisfacción a través de un objeto apropiado, precisamente aquel que el mercado proporciona.

La ilusión de un goce generalizado representa no solo un imperativo de consumo, sino una modalidad de disciplinamiento a través del mismo, del cual, aunque no de manera exclusiva, los adolescentes son protagonistas privilegiados.

Resulta oportuno recordar, aunque referida a otro contexto socio-cultural, la concepción freudiana en el “Malestar en la Cultura”. El creador del Psicoanálisis sostenía que mediante la ciencia y la técnica, el hombre había materializado importantes logros culturales. Los ideales omnipotentes que adjudicaba a los dioses y a los cuales no había podido acceder, devinieron en el transcurso de la evolución humana, en logros propios. El mismo sujeto se convierte en un semi-dios: un dios con prótesis, al decir de Freud

Es indudable que las actuales herramientas virtuales van dejando su impronta en la construcción de la subjetividad: nuevas prótesis que porta el sujeto, asociadas al enorme progreso científico de nuestra época.

No obstante, tal como afirmara Freud, esta semejanza respecto de Dios, ni en su tiempo ni en el nuestro, han conllevado como esperada consecuencia, al logro de la felicidad.

Lic. Hugo Loureiro

Referencias bibliográficas

– Barrionuevo, J. (2011). Adolescencia y Juventud. Consideraciones desde el Psicoanálisis. Bs. Eudeba

– Barrionuevo, J. y Loureiro, H. (2010). El Otro y el discurso capitalista. Ficha de Cátedra. Of. de Publicaciones –Fac. de Psicología- (UBA)

– Lacan, J. (1949). El estadío del espejo como formador de la función del yo tal como se nos revela en la experiencia psicoanalítica. Escritos 1. México. Siglo XXI Editores.

– Montserrat Castellallana Rosell, Xavier Sánchez-Carbonell, Carla Graner Jordana y Marta Beranuy Fargues. (2007). El adolescente ante las tecnologías de la información y la comunicación: Internet, móvil y videojuegos. www.papelesdelpsicólogo

– Miller, J.A. (2010). Mas interior que lo mas íntimo. Artículo publicado en Sección Psicología. Página/12

– Departamento de Comunicación Es Baluard (2011). Extimidad. Arte, intimidad y tecnología en Es Baluardwww.arteenlared.com/españa/exposiciones/extimidad-arte-y-tecnología.

– Freud, S. (1930). El malestar en la cultura. Bs. As. Amorrortu Editores. Obras Completas. 1983

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